El tipo de alimentación que seguimos determina en gran medida la composición de nuestra microbiota, por ello, hay que prestar atención a lo que comemos. Debemos ser más cuidadosos aún en el caso de los pequeños de la casa, ya que en estas etapas de crecimiento será crucial tener una microbiota equilibrada y funcional.
Las dietas ricas en alimentos prebióticos y antiinflamatorio aumentan la abundancia de especies interesantes y, por lo tanto, el equilibrio de la microbiota. Mientras que basar nuestra alimentación en ultraprocesados va a tener un efecto negativo en nuestros microscópicos habitantes.
Nuestras bacterias intestinales emplean la fibra fermentable, es decir los carbohidratos accesibles a la microbiota (MACs), para su crecimiento. Y producen gracias a esta fermentación sustancias tan interesantes como los ácidos grasos de cadena corta que tienen un impacto en nuestra salud intestinal y extraintestinal.
Encontramos diferentes tipos de MACs:
-Almidón resistente: Lo encontramos en el boniato, la yuca, la fécula de patata, el plátano poco maduro y el plátano macho, en las castañas, las lentejas, los guisantes o el trigo sarraceno.



-Betaglucanos: Abundantes en las setas, las algas y en la avena.



–FOS e inulina: Se pueden encontrar en el ajo, la cebolla, los espárragos y los plátanos.



-Mucílagos: Es común encontrarlos en algas como el agar-agar, las semillas de chía o de lino y en los tomates, pero también en los higos chumbos o en las judías verdes.



–Pectina: Está presente en gran cantidad en las manzanas, los limones, las naranjas, las mandarinas, los arándanos, las grosellas o las uvas.



Si queremos lograr el equilibrio de la microbiota para tener una mejor salud debemos elegir aquellos alimentos ricos en estas sustancias prebióticas. Descubre cuáles son los snaks favoritos de nuestros microbios y que beneficio tienen para nuestra salud en el siguiente link:




Olalla Otero
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