Candida albicans es un hongo microscópico que forma parte de nuestra microbiota, la fracción fúngica de nuestra microbiota. Cuando Candida está en una baja proporción se comporta como un microorganismos comensal, es decir, es inofensivo. Incluso su presencia tiene una función importante en la maduración del sistema inmune.
Pero como pasa siempre en la microbiota el equilibrio es clave, si crece en exceso la población de C. albicans podemos tener algunos problemas. En estos casos, pasa de ser un hongo unicelular a formar estructuras tridimensionales, las hifas, que le permiten una mayor superviviencia e invasividad.
El incremento excesivo de Candida puede ocurrir cuando nos sometemos a un tratamiento antibiótico, pues eliminamos a los competidores bacterianos de nuestra microbiota. En personas inmunodeprimidas también es más frecuente que este hongo se convierta en un patógeno oportunista. Otros factores que aumentan el riesgo para padecer una infección por C. albicans es padecer ciertas patologías como la diabetes, someterse a cirugías invasivas o pertenecer a grupos de edad extremos (bebés y ancianos).
Los síntomas de una candidiasis son muy variado y dependerán de la parte del cuerpo a la que afecten. Como podéis leer en el artículo publicado en el blog de Nutribiótica, las infecciones genitales por Candida son muy frecuentes en mujeres pero también pueden afectar a los hombres. También nos podemos encontrar infecciones urinarias donde el agente causal es este hongo, incluso tiene capacidad de producir infecciones en la boca, el intestino o la piel.
Si quieres conocer qué síntomas presenta cada una de estos tipos de candidiasis y cómo tratarlas con probióticos y otras estrategias te interesará esta lectura: Las dos caras de la cándida albicans




Olalla Otero
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¿Afectan los antibióticos a la microbiota?
Dermobiota




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